A continuació podreu llegir el text narratiu guanyador del Concurs Literari del Col·legi Sant Vicenç corresponent al curs 2015, categoria Cicle superior.
Ahora ya soy feliz
Me llamo Teresa y mi padre sufre una grave enfermedad: cáncer de hígado. Yo
ahora no me siento feliz, porque antes de que mi padre cogiera esa enfermedad,
yo era una niña que me levantaba por las mañanas para ir al colegio y nada más
ver su sonrisa al despertar, me hacía fuerte durante el día, me hacía reír y
sobre todo era importante saber que tenía un padre que me quería y me apoyaba
en todo momento.
Ahora me levanto por las mañanas triste, apagada, sin nadie que me prepare
el desayuno o me diga cosas bonitas para verme sonreír. No os lo había dicho,
pero mi madre murió en el embarazo. Le tuvieron que hacer una cesárea de
urgencia y mi madre sufrió una hemorragia y murió. Vivo con mi abuelo, que está
un poquito sordo y no puede ver bien. Cada día voy a ver a mi padre con la
bicicleta hasta el hospital para ver a mi padre que está allí como siempre,
sentado. Dicen los médicos que se va a curar, pero creo que me lo dicen para
que me anime. Cuando voy a verlo le explico cosas que pasan en el colegio y él,
aunque no me vea, me escucha. La lástima es que no puede dar su opinión como
antes, pero su sonrisa me transmite lo que piensa.
Un día, cuando fui a ver a mi padre, vi a un niño que estaba solo. Me
acerqué a él y le hablé:
-
¡Hola!
Me llamo Teresa, ¿y tú?
-
Diego
–dijo el niño mientras me miraba.
-
¿Estás
solo? –le dije.
-
Sí, mi
mamá ha muerto igual que mi papá. Ahora están juntos en el cielo -dijo con una
voz triste.
Ese niño me dio un poquito de pena, no tenía padre, me recordó a mí, pero
yo por lo menos tenía un padre, él no tenía a nadie.
-
Vivo
aquí, esa enfermera me cuida –dijo señalando a una chica joven que había por
allí.
-
¿En
qué habitación estás? –pregunté a Diego.
-
En la
habitación 199 –contestó.
En ese momento recordé que a mi padre le habían cambiado de habitación, a
la habitación 200, porque estaba mejorando.
-
Y tú,
¿por qué estás aquí? Nunca te he visto por esta planta. ¿Estás enferma? ¿Qué te
pasa? –preguntó Diego.
-
No,
yo estoy bien. Estoy aquí porque acaban de trasladar a mi padre a otra
habitación diferente, y ¿sabes qué es lo mejor? –le dije a Diego.
-
No,
¿qué es…? –contestó Diego.
-
Que a
mi padre lo acaban de trasladar a la habitación 200. Tu habitación está al lado
de la de mi padre -le dije entusiasmada.
-
¡Qué
bien! -dijo Diego-. ¿Vienes a menudo a ver a tu papá?
-
Sí.
Vengo Cada día a ver a mi papá -le respondí a Diego.
Cuando acabé de hablar con Diego fui a hablar con papá y le expliqué lo de
Diego, y cuando se lo estaba explicando, oí unas voces que decían:
“Teresa, ese niño no tiene padres, ni hermanos para que le apoyen, le
cuiden o le ayuden. Haz que ese niño tenga en su vida una gran amiga que le
cuide, juegue con él y le mime. Haz que ese niño sea feliz.”
Era la voz dulce de papá, que me hablaba sin voz. Papá tenía razón, tenía
que hacer que Diego fuese feliz. Desde entonces, cada día durante media hora
estoy con Diego y le explico historias o juego con él. Un día Diego me dijo una
cosa que me llegó al corazón:
-
Teresa,
cada día me haces más feliz, cada día por la mañana me levanto con la esperanza
de poder jugar contigo y cuando te vas me da pena. Quiero que te quedes conmigo
para siempre.
Le abracé y le di un beso. Desde ese día me levanto feliz, sonriendo y
sintiendo que tengo a dos personas en mi corazón que me hacen feliz: papá y mi
gran amigo Diego. Cada día pienso y me doy cuenta recordando lo que me dijo mi
padre cuando todavía era una niña:
-
La
felicidad consiste en disfrutar diariamente de lo que tenemos, no esperar a que
suceda algo extraordinario.
Hoy los médicos me han dicho que papá se recuperará, concretamente me ha
dicho el doctor:
-
Tu
padre se va a recuperar en cualquier momento y todo gracias a ti por haberlo
mimado, por haberlo hecho reír y, sobre todo, por estar a su lado.
En ese momento me emocioné y me puse a llorar de alegría.
Esta mañana me he despertado y he ido al hospital como siempre. Al llegar
al hospital me he puesto a llorar de ilusión. He visto a mi padre de pie
hablando con Diego. Cuando lo he visto me ha dado un abrazo muy fuerte; era tan
fuerte que parecían todos los abrazos que no me había podido dar todos estos
años en que había estado enfermo.
-
Teresa,
te quiero -me ha dicho, casi a punto de llorar.
-
Y yo
también te quiero -le he respondido.
Hemos estado hablando y los he llevado a comer todos juntos. Diego, papá y yo
hemos hablado y reído de cosas. Ha sido muy bonito. He recordado cuando yo era
pequeña e iba a comer al restaurante con él y nos pedíamos una buena paella,
solo para nosotros dos.
Diego esa noche tenía que irse al hospital a dormir, pero el problema era
que no volvería a ver a Diego. Papá saldría pronto del hospital.
Cuando hemos acabado de comer, papá ha tenido una idea. Hemos ido al
hospital, y mientras papá hablaba con la señorita que cuidaba a Diego, Diego ha
hecho un dibujo.
Entonces ha venido papá con una sonrisa en la cara y nos ha dicho:
-Diego, esta noche y todas las noches de tu vida vas a vivir en nuestra
casa.
Diego y yo nos hemos mirado y le hemos dado un abrazo a papá.
¡AHORA YA SOY FELIZ OTRA VEZ!
Raquel Camacho
Guanyadora de cicle superior
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